La izquierda traicionada by Guillermo del Valle

La izquierda traicionada by Guillermo del Valle

autor:Guillermo del Valle [Valle, Guillermo del]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Política
editor: ePubLibre
publicado: 2023-11-15T00:00:00+00:00


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Ciudadanía, el horizonte pendiente: inmigración, libre circulación y reacción identitaria

Uno de los temas tabú para la izquierda es, sin duda, la inmigración. Parece obligatorio moverse dentro de tres coordenadas que se retroalimentan: guardar un escrupuloso silencio sobre el asunto y abandonarlo en las manos de la derecha identitaria y reaccionaria que ataca con fuerza en medio mundo; optar por un buenismo carente de todo anclaje con la realidad que, con facilidad, sea utilizado por el liberalismo económico para subordinar los derechos de las personas a las fuerzas del mercado; entregarse a una suerte de mezcla extraña de alternativas populistas que emborronan el programa de emancipación clásico de las izquierdas y tratan de sustituirlo por una preservación de esencias, tradiciones y, cómo no, identidades culturales que se encuentran amenazadas, como si esas identidades merecieran una especial protección o, peor aún, tuvieran algo que ver con el horizonte de emancipación de las izquierdas.

Las tres opciones formuladas sobre inmigración conducen a un callejón sin salida de implicaciones reaccionarias. No sabríamos precisar cuál nos lleva a un escenario peor. La izquierda, en su tradición de corte racionalista, socialista e ilustrada, debe tomar partido en el debate público, pero no para capitular ante nadie, sino para pensar críticamente cómo enfrentar un fenómeno complejo sin traicionarse a sí misma. No hay soluciones mágicas, razón de más para no adoptar ningún atajo reaccionario, ya sea identitario-tribal o capitalista-neoliberal.

Si nos aproximamos a la situación con el mínimo rigor exigible, cabría comenzar por lo obvio. Las fronteras suponen, todas y sin excepción, un enclaustramiento cierto y arbitrario del espacio de ciudadanía. Y eso, en el mejor de los casos, en el supuesto de que el enclaustramiento que dibuja la frontera no resulte opresor, por reducir el espacio político donde se es titular de derechos, y, además, como ocurre en no pocos de los países desde donde miles de personas huyen en masa, porque ese espacio político no respete los estándares democráticos más básicos. Aclaradas las bases, es indudable que existe una tensión entre el universalismo y la existencia de Estados nación. Si las fronteras son arbitrarias y ninguno ha elegido a qué lado de la frontera cae, ¿no resulta injusta una limitación al ideal de ciudadanía, incómoda para quien defiende la inspiración racional y universalista de la nación política? Sin embargo, la extrapolación de la ciudadanía democrática más allá de una frontera, más allá de cualquier frontera, se encuentra con una limitación obvia: el principio de realidad. ¿Cómo se puede despreciar el Estado nación moderno, sobre todo cuando se funden en su seno los principios de derecho, democrático y social, cuando es este precisamente el único instrumento con capacidades ejecutivas para garantizar derechos y libertades? ¿No es en el contexto actual un lujo permitirse retóricas anarquizantes cuando el Estado puede ser el único instrumento en manos de las clases trabajadoras para su emancipación?

Por mucho que se predique la necesidad de realizar los derechos humanos como fin último del Estado de derecho —tesis conocida y sostenida por, entre otros, el



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